El gran día (o mejor dicho, la gran noche) ha pasado y la ‘superluna’ ha quedado en nuestras memorias. Es muy probable que hayas visto nuestro satélite y te hayas preguntado ¿qué tiene de especial hoy en comparación a otros días? Pues lo cierto es que poco…

La Luna en su perigeo

Imagen de la superluna del 14 de noviembre de 2016. Crédito: Wikimedia Commons/Tom Ruen

Imagen de la superluna del 14 de noviembre de 2016.
Crédito: Wikimedia Commons/Tom Ruen

No es sorprendente que, con toda la expectación que se crea en los medios cada vez que hay una superluna, la sensación que te pueda quedar al verla por la noche sea de decepción. La luna va a estar más brillante que nunca, más cercana que nunca, más grande que nunca… y luego la ves y resulta que no es para tanto. Es más, seamos sinceros, es que seguramente hasta te cuesta apreciar la diferencia con una luna llena normal y corriente de cualquier otro día del año.

No es que los medios nos estén mintiendo, si no que no se está poniendo en el contexto adecuado. Es cierto que la Luna está más cerca de lo habitual y en fase de luna llena, pero el margen es tan pequeño en comparación a lo normal que no es llamativo. Cualquier otro día del año es bueno y muy recomendable para coger unos prismáticos, o un pequeño telescopio y observar la superficie de nuestro satélite en detalle. Es todo un mundo que tenemos casi al alcance de la mano, repleto de cráteres, zonas de impacto, montañas, planicies… Para muchas personas, es una visión inspiradora.

No es un término astronómico

Comparación entre el tamaño de la Luna el 20 de diciembre de 2010 (izquierda) y la superluna del 19 de marzo de 2011 (derecha). Crédito: Wikimedia Commons/Marcoaliaslama

Comparación entre el tamaño de la Luna el 20 de diciembre de 2010 (izquierda) y la superluna del 19 de marzo de 2011 (derecha).
Crédito: Wikimedia Commons/Marcoaliaslama

Pero, en realidad, ¿qué es una superluna? Ni siquiera es un término astronómico, en realidad, fue acuñado por un astrólogo, que intentó asociar el término (y el fenómeno) con un aumento de terremotos y otras catástrofes naturales (algo totalmente infundado). De todos modos, lo utilizamos para referirnos a una luna llena que tiene lugar sólo con pocas horas de diferencia respecto al momento de máximo acercamiento de nuestro satélite a la Tierra.

Como seguramente sepas, la órbita de la Luna alrededor de nuestro planeta no es circular, si no elíptica. En algunos puntos está más cerca de nosotros, y en otros está más lejos. Normalmente, decimos que la Luna está a 384.400 kilómetros de distancia, pero en realidad, en su perigeo, su punto de máximo acercamiento, puede llegar a estar a una distancia de entre 356.400 y 370.400 kilómetros, mientras que en su apogeo, su punto de mayor distancia, se puede alejar a una distancia de entre 404.000 y 406.700 kilómetros.

En esta superluna en particular, en su momento de mayor cercanía a la Tierra, la distancia que separaba a nuestro satélite del centro de nuestro planeta fue de 356.508 kilómetros a la 13:20 (hora peninsular española). Además, a medida que la Luna se desplaza en su órbita, su fase (la cantidad de superficie iluminada que podemos observar) varía. Cuando está cerca del Sol, su superficie está a oscuras, no recibe la luz de nuestra estrella, y decimos que es una luna nueva.

Dos semanas después, cuando se encuentra en el lugar opuesto al Sol, vemos que esa superficie está completamente iluminada, y por tanto decimos que es una luna llena (luego también usamos el cuarto menguante y el cuarto creciente para describir hacia qué tipo de fase va la luna, menguante cuando va hacia luna nueva, y creciente cuando va hacia la llena). En este caso, la Luna alcanzó su fase de luna llena a las 15:52 (hora peninsular española), sólo unas pocas horas después del perigeo, y de ahí que se hablase de la superluna.

Entonces, ¿qué quiere decir?

Una ilusión lunar, provocada por la Luna muy cerca del horizonte, en Cerro Paranal (Chile), hogar del Very Large Telescope. Crédito: ESO

Una ilusión lunar, provocada por la Luna muy cerca del horizonte, en Cerro Paranal (Chile), hogar del Very Large Telescope.
Crédito: ESO

Si nos quedamos con ambas medias, tenemos que la distancia de la Luna en su perigeo es de unos 360.000 kilómetros, y en su apogeo de 405.000 kilómetros. La diferencia entre ambos es de, aproximadamente, un diez por ciento. Es decir, cuando nuestro satélite está más cerca de nuestro planeta, lo vemos un diez por ciento más grande que cuando se encuentra en el punto más lejano de su órbita.

Como puedes ver, no es una gran diferencia, y es la que se da sólo en los dos casos extremos. Si observas la Luna muy a menudo puede que seas capaz de percibir la diferencia pero, para la mayoría de personas, esa variación en el tamaño es casi imperceptible. A fin de cuentas, el tamaño de nuestro satélite es muy pequeño. Más de lo que podrías pensar. Un ejemplo práctico que se utiliza a menudo es el de sujetar una moneda de un euro y ver a qué distancia tendrías que alejarla para que su tamaño te parezca el mismo que el de la Luna en el cielo.

No hay que confundir una superluna con la ilusión lunar

La ilusión de Ebbinghaus. Nuestro cerebro interpreta incorrectamente que los dos círculos naranjas tienen tamaños diferentes, a pesar de que no es así. Crédito: Wikimedia Commons/Phrood

La ilusión de Ebbinghaus. Nuestro cerebro interpreta incorrectamente que los dos círculos naranjas tienen tamaños diferentes, a pesar de que no es así.
Crédito: Wikimedia Commons/Phrood

Además, no hay que confundir una superluna con lo que conocemos como la ilusión lunar. Esto último es un fenómeno óptico que seguramente has visto muchas veces. Cuando la Luna está cerca del horizonte parece muchísimo más grande de lo normal. En realidad, no es más que un efecto óptico producido por nuestro cerebro y que está documentado desde tiempos de la Antigua Grecia. Sucede sin importar si en ese momento la Luna está en su apogeo o su perigeo.

Curiosamente, es un fenómeno que todavía no tiene una explicación completamente satisfactoria. Sabemos que nuestro cerebro tiene mucho que ver, y hay muchas hipótesis para intentar explicarlo (las más conocidas, hasta donde yo recuerdo, son la de la ilusión de Ebbinghaus, que ilustra este apartado del artículo, y la de que inconscientemente vemos la Luna enorme en el horizonte porque nuestro cerebro sabe que es mucho más grande que lo que hay a su alrededor).

Una superluna que no se repite desde 1948…

El cometa PanSTARRS y la luna creciente. Crédito: Yuri Beletsky (Las Campanas Observatory, Carnegie Institution)

El cometa PanSTARRS y la luna creciente.
Crédito: Yuri Beletsky (Las Campanas Observatory, Carnegie Institution)

Y que no se volverá a repetir hasta 2034 (concretamente hasta el 25 de noviembre de ese año). Suena a una de esas oportunidades que no deberíamos dejar escapar, ¿verdad? Pues lo cierto es que no es para tanto… Es verdad que ayer la Luna estuvo más cerca de la Tierra de lo que lo ha estado en muchas décadas, pero de nuevo, es cuestión de contexto. La última vez que nuestro satélite estuvo tan cerca fue el 26 de enero de 1948, cuando tuvo un perigeo de 356.462 kilómetros. O dicho de otro modo, en aquel momento, sólo estuvo 46 kilómetros más cerca de lo que lo estuvo ayer.

Para empeorar las cosas, esta distancia es la que separa el centro de la Luna del centro de la Tierra, pero nuestro planeta tiene un diámetro de casi 13.000 kilómetros, así que esta diferencia tan pequeña queda ridiculizada por el simple hecho de que dos personas situadas en diferentes puntos del planeta estarían a miles de kilómetros de distancia de la Luna. Por eso, a efectos prácticos, no es que suponga una gran diferencia…

Una luna más brillante… ¿pero cuánto?

Quizá hayas visto esto alguna vez. Si es así, no estás alucinando. La mitad más iluminada de la Luna está recibiendo la luz del Sol directamente. La otra mitad está siendo iluminada por el reflejo de la Tierra (la luz del Sol que rebota en la superficie de nuestro planeta). Crédito: Ilmari Karonen

Quizá hayas visto esto alguna vez. Si es así, no estás alucinando. La mitad más iluminada de la Luna está recibiendo la luz del Sol directamente. La otra mitad está siendo iluminada por el reflejo de la Tierra (la luz del Sol que rebota en la superficie de nuestro planeta).
Crédito: Ilmari Karonen

Otra de las afirmaciones que se suele realizar es que la Luna será mucho más brillante de lo normal. Es cierto, entre otras cosas porque cuanto más cerca está un objeto, más brillante es, y es un efecto relativamente fácil de percibir. Ayer, la Luna tuvo un brillo de entre un 20 y un 30 por ciento superior al de una luna llena normal. Puede ser suficiente para notar la diferencia, pero basta que las condiciones atmosférica no sean las ideales (neblina, nubes, etc) para que el efecto pase desapercibido, porque tienes que ser capaz de recordar qué brillo tenía la luna llena la última vez…

Así que, en definitiva, una superluna tiene mucho de efecto social y mucho eco mediático, y la verdad es que es positivo porque hace que la gente quiera observar nuestro satélite (que normalmente suele pasar desapercibido a pesar de ser el objeto celeste más cercano a nuestro planeta), pero en términos astronómicos se podría decir que es casi anecdótico. Tenemos la suerte de tener un satélite más grande de lo normal para un planeta rocoso, y que además es una observación cautivadora en cualquier noche despejada. Quizá no necesitamos artículos sensacionalistas para intentar hacerla más gloriosa de lo que ya es…

Ah, y si ayer te lo perdiste, no pasa nada. Hoy la Luna no será tan brillante, pero seguirá siendo espectacular. ¡No te olvides de levantar la vista al cielo!

Referencias: Bad Astronomy