Ross 128 es una pequeña enana roja a 11 años-luz de distancia del Sistema Solar. Un grupo de astrónomos ha detectado una extraña señal procedente de la estrella. ¿Podría ser algún tipo de mensaje de alguna civilización inteligente? De momento no seamos tan optimistas…

¿Cómo podemos identificar una señal alienígena?

El radiotelescopio de Arecibo

Los propios astrónomos han sido los primeros en decir que la posibilidad de que se trate de una civilización alienígena es muy remota. Hay muchas explicaciones mejores, y no les falta razón. El problema es que, en el caso de posibles mensajes de civilizaciones alienígenas, sólo podemos descartar todo lo demás. No tenemos ni idea de cómo se podrían poner en contacto con nosotros. ¿Qué tipo de mensaje nos mandarían? ¿Cómo lo veríamos?

En su lugar, es mucho más lógico comenzar por lo que conocemos y que no encaja en el patrón. Es decir, solo podemos sospechar que estamos ante un mensaje alienígena si eliminamos todo lo demás. Hay muchas cosas que debemos eliminar. La historia sería diferente si ya supiésemos de otras civilizaciones. Bastaría con comparar esa posible señal con la que tuviésemos de otra. Si los patrones se corresponden o son similares…

Pero no es el caso. De momento no sabemos que haya vida en otros lugares de la galaxia. Lo sospechamos, pero no es suficiente para lanzarnos a la piscina. Así que nos toca movernos con lo que sí sabemos. Además, esto une a Ross 128 a la lista de señales detectadas con un origen de difícil explicación…

No es la primera señal extraña que recibimos

KIC 8462852 podría tener a su alrededor una nube de material.
Crédito: NASA/JPL-Caltech

La historia de la astronomía está repleta de señales extrañas. Basta con remontarse al descubrimiento de los púlsares. La primera detección se produjo en 1967. El nombre que recibió fue LGM-1. Ese LGM es la abreviatura de Little Green Men. Literalmente, pequeños hombrecillos verdes. Sí, hace cinco décadas ya se fantaseaba con la posibilidad de que pudiésemos encontrarnos con la señal de alguna civilización. No encontramos civilizaciones, pero descubrimos toda una rama nueva de la astrofísica. No está mal.

En 1977, nos encontramos con una misteriosa señal que todavía hoy no sabemos bien cómo explicar. Se trata de la famosa señal Wow!. Desde su detección, se ha estado debatiendo cuál pudo ser su origen. La última propuesta es que pudo ser la emisión de un cometa, que, casualmente, se encontraba en la zona correcta del cielo. Pero esa hipótesis también tiene sus detractores y dudas. Así que no lo podemos dar por resuelto.

El último caso, y probablemente el más popular, es el de KIC 8462852. O la estrella de Tabby, como la conocemos popularmente. Su extraño comportamiento, con reducciones de brillo casi periódico, han dado lugar a teorías extravagantes. Podría ser la señal de que hay estructuras alienígenas en su órbita. O podría, simplemente, tratarse de una nube de materiales. Pero no hay ninguna hipótesis definitiva.

El caso de Ross 128

Concepto artístico de una enana roja con un exoplaneta.
Crédito: NASA, ESA, y G. Bacon (STScI)

La señal detectada desde la estrella Ross 128 es interesante. A sólo 11 años-luz de distancia, es la decimosegunda estrella más cercana al Sol. Lo que se detectó fue una serie de pulsos de radio casi periódicos. Que, además, cubrían un amplío rango de frecuencias. La observación tuvo lugar el 12 de mayo de 2017. Fue en la banda de 4-5 Ghz, y duró unos 10 minutos. Las señales periódicas o casi periódicas son interesante porque pueden tener un origen artificial.

Sin embargo, existen procesos naturales que también pueden crearlas. El caso más obvio es el de los púlsares, que ya he mencionado anteriormente. Pero no es el único. Esos pulsos podrían ser el producto de llamaradas estelares producidas por esa enana roja. Son estrellas que pueden tener mucha actividad, y tienen la capacidad de emitir llamaradas con cierta frecuencia. Pero, en este caso en particular, los pulsos de radio no encajan con las llamaradas que vemos en otras estrellas…

Así que hay que buscar otras posibilidades. Una es que, en realidad, el pulso de radio no venga de 11 años-luz de distancia. Si no de un lugar mucho más cercano: las capas altas de la atmósfera de la Tierra. Podrían ser interferencias de algún satélite artificial que pasó justo por la zona observada por el telescopio. Pero no sabemos de señales así emitidas por satélites. Así que los investigadores, en Arecibo, ya están planeando más observaciones para ver si estas posibilidades encajan.

Las señales misteriosas y la vida

Recreación de un atardecer en el exoplaneta Gliese 667Cc. La estrella más cercana es la enana roja Gliese 667 C, en la derecha aparecen Gliese 667 A y Gliese 667 B, las tres forman parte de un sistema solar triple.
Crédito: ESO/L. Calçada

En los últimos 20 años hemos visto aumentar la cantidad de exoplanetas inmensamente. En la actualidad, creemos que todas, o casi todas, las estrellas de la Vía Láctea tienen al menos un planeta a su alrededor. Y una gran proporción de ellos podrían ser habitables. Sin embargo, de momento no tenemos evidencias de que haya vida en otros lugares. De hecho, cabe preguntarse por qué no hemos encontrado vida. Los elementos necesarios para crearla son abundantes, y hay multitud de planetas habitables…

Es lo que conocemos como la Paradoja de Fermi. Pero es muy posible que, en realidad, la Vía Láctea esté rebosando de vida. No vida inteligente, por supuesto. Si no vida mucho más simple. Quizá microorganismos. O criaturas que no han alcanzado un nivel de inteligencia como el de los seres humanos. Es posible que la vida inteligente, con la capacidad de comunicarse, sea algo mucho más raro. Bien porque cueste que se desarrolle. O bien porque desaparece poco tiempo después de emerger…

Así que la mejor posibilidad de encontrar vida en la galaxia no tiene por qué estar en estas señales de radio. En su lugar, es posible que esté en el estudio de las atmósferas de los exoplanetas que pasan por delante de sus estrellas. No es tan espectacular como recibir un mensaje alienígena, pero podría ser mucho más efectivo. Analizar una atmósfera alienígena nos podría permitir detectar la presencia de gases como oxígeno o metano. Apuntarían a la posibilidad de que podría albergar algún tipo de forma de vida.

¿Y si recibiésemos una señal alienígena?

Esta especie de criaturas flotantes era una de las formas de vida que Carl Sagan proponía que pudieran existir en la atmósfera de planetas masivos como Júpiter

Pero vamos a suponer que, realmente, estamos ante un mensaje alienígena procedente de Ross 128. Por extraño que pueda parecer, sí sabemos qué hay que hacer justo después de detectarlo. Primero es necesario concluir que estamos ante un mensaje, claro está. Si un día nos encontramos con una señal que, a todas luces, es imposible que sea natural, será necesario seguir los pasos del protocolo del instituto SETI.

En él, se indica que los descubridores deben notificar inmediatamente a otras entidades. También a otros astrónomos del mundo. Y por supuesto, a las Naciones Unidas. Además, todos los datos deben hacerse públicos. Así que no habría mucho margen de maniobra para los conspiracionistas. Aunque seguro que algo se les ocurriría… En cualquier caso, no se enviaría ninguna señal de respuesta sin que se produzcan consultas a nivel internacional.

Si se decidiese contestar, y enviar una señal de vuelta, estaríamos indicando nuestra presencia. Es de suponer que las naciones de la Tierra entrarían en un intenso debate sobre si hacerlo, cómo y en qué términos. Así que es posible que esas deliberaciones llevasen mucho tiempo o que, directamente, se decidiese no enviar ninguna señal. Sea como fuere, habrá que prestar atención a Ross 128. Pero no nos dejemos llevar con la posibilidad de que pueda ser una señal alienígena, porque es altamente improbable…

Referencias: The Conversation