Ya hemos hablado de cómo podría hacer frente una civilización muy avanzada a una amenaza existencial (como la explosión de una supernova). Ahora, para continuar en esa misma temática, vamos a plantearnos algunos ejemplos prácticos sobre qué podríamos detectar…

Una amenaza en la luna

Según una serie de artículos que han sido publicados recientemente, la NASA predice que podría construir una base lunar en la Luna para 2022, y por menos coste del esperado. Crédito: NASA

Concepto artístico de una base lunar.
Crédito: NASA

Si estás en la Luna y descubres que hay una erupción solar gigante en camino, lo mejor que puedes hacer es dirigirte a algún refugio apropiado en algún lugar bajo la superficie lunar, donde podrás resguardarte de sus efectos. Si seguimos con esa misma analogía, una civilización futura aquí, en la Tierra, ¿sería capaz de protegerse de los efectos de una supernova o de una ráfaga de rayos gamma ocultándose en la superficie del planeta?

En el estudio del que ya os hablé en la entrada anterior (sobre amenazas estelares y mitigación de riesgos), los investigadores creen que no sucedería, nos encontraríamos con diferentes problemas a diferentes niveles. Por ejemplo, la duración de las emisiones de rayos gamma es normalmente corta (de unos cien segundos o menos), pero el pulso de rayos cósmicos acelerados de una supernova o de una ráfaga de rayos gamma tendrá una duración mucho más larga, quizá de meses o incluso años.

Cavar para evitar los peores efectos nos llevaría a mucha profundidad bajo el suelo. Específicamente, los autores calculan que haría falta descender unos 3 kilómetros bajo la superficie para que el flujo descendiese a un 1% de su cantidad inicial. Además, no podríamos proteger la atmósfera de la Tierra de esta manera, por lo que seguiríamos dejando la puerta abierta a cualquier tipo de catástrofe ecológica.

Muchos intereses que proteger

Recreación artística de un objeto del Cinturón de Kuiper

Recreación artística de un objeto del Cinturón de Kuiper

Una infraestructura que abarcase otros lugares del sistema solar, en donde pudiese estar realizándose extracción de material de asteroides, y las posibles colonias planetarias que pudiesen existir, estarían en riesgo. Así que por todos estos motivos, los investigadores creen que una civilización futura muy avanzada (sea terrestre o extraterrestre), escogería en su lugar un sistema de protección espacial dentro del propio sistema, como respuesta a la amenaza de cualquier explosión estelar cercana. En el caso del Sistema Solar, el material natural más abundante es el hielo, que podemos encontrar en grandes cantidades en las zonas más alejadas del Sol.

Si lo utilizamos para protegernos, lo más apropiado que podríamos construir es algo así como un enjambre de protección, lejos de nuestra estrella, cuya densidad podría ser ajustada según fuese necesario. Los investigadores lo describen como un conjunto de partículas, confinados por fuerzas electromagnéticas, intercalados con partículas inteligentes que serían capaces de controlar el enjambre y permitir que fuesen manipuladas de forma precisa.

Además, estas partículas serían capaces de transmitir información sobre el estado del enjambre para poder regularse de manera automática. El material utilizado para fabricarlas podría ser algún derivado del carbono, como el fullereno (o fulereno, se le llama de ambas formas) que está considerado el más apropiado para algo como lo descrito aquí, así como en otros usos dentro del campo de la nanotecnología. Ese carbono necesario podemos encontrarlo en abundancia en el Cinturón de Kuiper,

Así que volvamos a la idea original. Suponiendo que hubiese una amenaza que pueda ser identificada y predicha, una civilización lo suficientemente avanzada podría escoger multitud de objetos helados apropiados y cambiar su órbita para llevarlos al punto de despliegue, donde podría comenzar la construcción del enjambre. Ese dispositivo tendría la capacidad de reducir el flujo de rayos cósmicos considerablemente, y se podría proporcionar protección activa adicional por medio del mismo sistema electromagnético que confinaría a las partículas.

Buscando tecnología extraterrestre

Freeman Dyson, el 5 de octubre de 2005 Crédito: Fotografía hecha por el usuario de Flickr ioerror, Jacob Appelbaum

Freeman Dyson, el 5 de octubre de 2005
Crédito: Fotografía hecha por el usuario de Flickr ioerror, Jacob Appelbaum

Así que el hilo de pensamiento parece más o menos fácil de seguir. Si nos ponemos en el lugar de una hipotética civilización extraterrestre (más avanzada que la nuestra) y pensamos en lo que podría hacer (o lo que podríamos hacer nosotros mismos si llegamos al nivel suficiente de desarrollo tecnológico), es útil intentar comprender qué procesos podrían formar parte de la construcción.

Aquí entra en juego Freeman Dyson, conocido por plantear que una civilización avanzada podría construir un dispositivo, al que llamamos esfera de Dyson, para poder utilizar una mayor cantidad de energía de su estrella. Lo que estamos diciendo es que podemos realizar hipótesis sobre nuestro propio desarrollo futuro que deberían poder aplicarse a, al menos, algunas especies extraterrestres, sin importar que no seamos capaces de comprender todos los detalles de una tecnología futura. Eso nos permite realizar predicciones generales sobre cómo podrían afrontar problemas como los planteados aquí, y cómo podríamos detectar sus soluciones.

Buscar una esfera de Dyson (o cualquier otra variación que se nos ocurra) es sólo un ejemplo, la búsqueda viene motivada por nuestra creencia de que ese tipo de dispositivo sería una forma inteligente de maximizar los recursos de energía de una sociedad alrededor de cualquier estrella. El hecho de que lo podamos imaginar (por mucho que estemos muy lejos de poder pensar en construir algo así) quiere decir que las culturas más avanzadas probablemente se han encontrado con una idea similar, dado que no contradice ninguna ley física. Así que lo mínimo que podemos hacer es intentar preguntarnos qué aspecto tendría un enjambre (o una esfera) de Dyson si nos lo encontrásemos en los datos de observación del cosmos.

Aplicando el pensamiento a las amenazas estelares

Concepto artístico de una esfera de Dyson. Crédito: Adam Burn

Concepto artístico de una esfera de Dyson.
Crédito: Adam Burn

Del mismo modo, los investigadores creen que es racional que cualquier sociedad esté interesada en reducir las amenazas a gran escala. En este caso en particular, la explosión de una supernova que esté demasiado cerca de su sistema. Los enjambres de protección que he mencionado antes son su forma de extrapolar lo que nosotros, una cultura que tendría un nivel de 0,7 en la escala de Kardashov (puedes leer más sobre esa escala en el artículo de la esfera de Dyson que he enlazado anteriormente), podría hacer si tuviésemos los recursos y la energía necesaria.

Si avanzamos hacia el nivel 1 y más allá, podemos buscar señales de la presencia de este tipo de enjambres para tomarlas como indicación de la existencia de alguna inteligencia avanzada alrededor de otras estrellas. De hecho, el propio estudio plantea algunas de las cosas que podríamos buscar siguiendo este razonamiento. A saber: estructuras de tamaño planetario que tengan una masa demasiado pequeña para lo que esperaríamos encontrar en un planeta, o un enjambre de hielo, que tendría propiedades ópticas muy poco comunes, la continua fragmentación de pequeños cuerpos de un sistema planetario sin que haya una causa física que lo explique (colisiones entre los objetos), o la presencia de estructuras poco frecuentes que aparezcan al mismo tiempo que las últimas fases de evolución de alguna supernova cercana.

Un enjambre de partículas de hielo, mezclado con partículas inteligentes, es interesante por diferentes motivos. No sólo es algo sobre lo que podemos pensar que no violaría ninguna ley de la física, a diferencia de cosas como el viaje más rápido que la luz, o incluso la construcción de una esfera de Dyson sólida (en lugar de un caparazón vacío por dentro). Los materiales necesarios para la construcción, además, estarían disponibles a cualquier tecnología en desarrollo, y la construcción y mantenimiento de algo así sería mínimo para una cultura con una capacidad avanzada de viaje espacial.

Una civilización de nivel III en la escala de Kardashov podría utilizar la energía de toda una galaxia. Crédito: Medium.com

Una civilización de nivel III en la escala de Kardashov podría utilizar la energía de toda una galaxia.
Crédito: Medium.com

Lo más llamativo es que la tecnología necesaria coincide, al menos parcialmente, con la que podríamos utilizar para mitigar el posible impacto de un asteroide o cometa. Además, este tipo de astroingeniería podría servir no sólo para enriquecer el campo de posibles soluciones muy avanzadas, si no también para dar oportunidades a los programas de búsqueda de vida extraterrestre para detectar civilizaciones avanzadas en otros lugares de la Vía Láctea.

A fin de cuentas, tenemos una nueva firma de astroingeniería que podríamos buscar, y que recuerda en cierto modo a la explicación del propio Freeman Dyson en 1966, cuando hablaba de su visión, y de cómo entendía que, si en el universo hay millones de lugares en los que la luz puede desarrollarse, no deberíamos pensar sobre sociedades tecnológicas no demasiado avanzadas, si no sobre aquellas que podrían estar en muchos lugares, porque son las que nos ofrecen las mejores oportunidades de detección.

Pero, ¿realmente podemos esperar que extrapolar nuestra tecnología y nuestra forma de resolver problemas nos permita estudiar la existencia de otras civilizaciones? El propio Dyson lo explicaba en su momento, diciendo que partía de la base de que todos los proyectos de ingeniería eran llevados a cabo con tecnología que los seres humanos del año 1965 pudiesen entender. Él sabía que aquella suposición no era realista, pero era lo mejor posible porque no tenemos la capacidad de discutir sobre tecnologías que no tenemos la capacidad de entender.

Una tecnología que haya existido durante un millón de años funcionará de maneras que serán muy diferentes a nuestras ideas actuales. Sin embargo, que tengamos que partir de tecnología que sólo nosotros usaríamos (y no necesariamente una civilización más avanzada), no le quita mérito al argumento de Dyson. Lo que intentaba era demostrar que había evidencias para algunas de las posibilidades planteadas.

El estudio es Ćirković and Vukotić, “Long-term prospects: Mitigation of supernova and gamma-ray burst threat to intelligent beings,”, aceptado en Acta Astronautica.

Referencias: Centauri Dreams