Desde su formación, la Tierra siempre ha estado acompañada por la Luna, nuestro inseparable satélite. Aunque cada año se aleja un poquito de nosotros, seguirá viajando junto a nuestro mundo durante miles de millones de años pero… ¿la Tierra tiene otros satélites? Según como lo mires, podríamos decir que sí.

Una cuasi-luna

Esta imagen muestra la órbita de la Tierra (azul), la de 2016 HO3 (amarillo), en la que se puede ver la órbita que describe alrededor de nuestro planeta. Crédito: NASA/JPL-CALTECH

Esta imagen muestra la órbita de la Tierra (azul), la de 2016 HO3 (amarillo), en la que se puede ver la órbita que describe alrededor de nuestro planeta.
Crédito: NASA/JPL-CALTECH

No es la primera vez que observamos los alrededores de la Tierra en busca de otros satélites que pudiese haber viajando junto a nuestro planeta. Aunque sólo tenemos un satélite, hay casos de asteroides como Cruithne, que comparte una órbita alrededor del Sol muy similar a la nuestra. De cuando en cuando, también hay otros objetos que viajan alrededor del Sol junto a nuestro planeta de forma temporal. No son satélites, como la Luna, pero podrían parecerlo.

Recientemente, un grupo de astrónomos ha descubierto uno de estos compañeros temporales, un asteroide denominado 2016 HO3 que tiene un diámetro de entre 40 y 100 metros. Orbita alrededor del Sol (no de la Tierra, y por eso no lo consideramos un satélite) pero su órbita es tal que siempre está cerca de nuestro planeta y, desde nuestra perspectiva, parecería orbitarlo exactamente de la misma manera que lo hace la Luna.

El asteroide fue descubierto por primera vez hace sólo unos meses (en abril de 2016), en observaciones del cielo realizadas por el observatorio Pan-STARRS, que ha sido diseñado para observar los asteroides y cometas que se acercan a la Tierra. Aunque podría parecer que es un descubrimiento demasiado reciente para poder calcular su órbita por falta de imágenes, resulta que ya había sido captado en imágenes anteriores, permitiéndonos calcular sus movimientos en el espacio.

Una órbita elíptica

El análisis de esas imágenes nos muestra que la órbita de HO3 es muy parecida a la de la Tierra. Es ligeramente elíptica, y está inclinada unos 8º respecto a la de nuestro planeta, y la distancia media que le separa del Sol es casi la misma. Tarda 365,93 días en completar una vuelta a nuestra estrella, es decir, sólo 16,6 horas más de lo que dura un año terrestre. Como su órbita es elíptica y está inclinada respecto al eje de nuestro planeta, a veces se acerca algo más al Sol, y se mueve un poco más rápido que la Tierra, y otras veces está un poco más lejos y se mueve más lentamente. Nunca se acerca a menos de 14 millones de kilómetros, ni se aleja a más de 40 millones de kilómetros.

Es decir, orbita alrededor del Sol, pero nunca se aleja demasiado de la Tierra, así que si hacemos un mapa de su órbita en relación a nuestro planeta, parecería que realmente se comporta como un satélite (como puedes observar en la imagen que aparece en el párrafo anterior). En realidad, es aun más enrevesado. Su órbita dura algo más que la de la Tierra, así que lo que debería suceder es que, con el paso de los años, se encontraría cada vez más lejos de nosotros. Sin embargo, la gravedad de nuestro planeta modifica ligeramente su órbita cada vez que se acerca, provocando que siempre esté en línea con la nuestra. Será una cuasi-luna de la Tierra durante los próximos siglos.

Demasiado pequeño para ser visto

243 Ida es el primer asteroide detectado que tiene su propio satélite.  Crédito: NASA/JPL

243 Ida es el primer asteroide detectado que tiene su propio satélite.
Crédito: NASA/JPL

Quizá te estés preguntando cómo es posible que no lo hayamos visto hasta ahora si lleva acompañando a nuestro planeta desde hace algún tiempo. La explicación es de lo más sencilla. Es muy pequeño y está muy lejos (la Luna, en comparación, está a solo 380.000 kilómetros de distancia). Incluso cuando está más cerca de nuestro planeta, sólo tiene una magnitud aparente de 21, o lo que es lo mismo, es un millón de veces menos brillante que la estrella más tenue que puedes observar a simple vista. Hace falta un gran telescopio para poder observarlo.

Como su órbita es muy parecida, el movimiento relativo de HO3 comparado con el de la Tierra, es bastante lento. Eso quiere decir que podría ser un buen objetivo para una misión espacial, porque la cantidad de combustible necesaria para llegar de un punto a otro (entre objetos en el espacio) depende de su movimiento relativo. Este asteroide sólo se mueve a una velocidad de unos pocos kilómetros por segundo en algunas partes de su órbita por lo que sería bastante sencillo enviar una sonda allí o, incluso, astronautas.

Así que, de la noche a la mañana, como quien dice, nos hemos encontrado con un objetivo perfecto para poder estudiarlo en más profundidad y, además, lo tenemos en nuestro patio trasero (cósmicamente hablando). Por ahora, evidentemente, no hay misiones que lo tengan como objetivo, pero quizá no tengamos que esperar mucho tiempo para oír hablar de alguna misión hacia allí…

Referencias: Bad Astronomy