Cada cierto tiempo, surge la noticia de que hay una gigantesca nube que chocará con la Vía Láctea en el futuro. La conocemos como la nube de Smith. ¿Qué pasará cuando choque? ¿puede suponer algún riesgo para la vida en el Sistema Solar?

Una nube de alta velocidad

Una imagen en falso color de la Nube de Smith, tomada en 2008 con el telescopio Green Bank. Crédito: NASA

Una imagen en falso color de la Nube de Smith, tomada en 2008 con el telescopio Green Bank.
Crédito: NASA

Comencemos por lo básico. Las nubes de alta velocidad son grandes masas de hidrógeno gaseoso que se encuentran en la corona galáctica. Se mueven mucho más rápido que lo que les rodea y son formaciones realmente monstruosas. Algunas pueden tener millones de veces la masa del Sol, y ocupan grandes porciones del firmamento. No sólo las hemos visto en la Vía Láctea, si no también en otras galaxias cercanas.

La nube de Smith es, con toda probabilidad, la nube de alta velocidad mejor conocida porque esperamos que choque con la Vía Láctea en unos 30 millones de años. Tiene una masa equivalente a 2 millones de soles y se mueve a 310 kilómetros por segundo. Fue descubierta por el astrónomo Gail Smith en 1963, y durante mucho tiempo se creyó que no era más que una más de las muchas nubes de alta velocidad que acompañan a nuestra galaxia.

En rumbo de colisión

Imagen del radiotelescopio Green Bank. Crédito: NRAO/AUI

Imagen del radiotelescopio Green Bank.
Crédito: NRAO/AUI

Sin embargo, esa concepción cambió hacia mediados de los 2000, cuando los astrónomos observaron la nube de Smith con la ayuda del radiotelescopio Green Bank, ubicado en el estado de Virginia Occidental (Estados Unidos), y descubrieron que está en rumbo de colisión con nuestra galaxia. En ese momento, pasó a ser una nube que sabemos hacia dónde va, pero que no sabíamos de dónde procede.

 

 

Para esa segunda parte de la incógnita había dos posibilidades. O bien se trata de un objeto de origen extragaláctico que ha sido capturado por nuestra galaxia, o bien fue expulsado de la propia Vía Láctea por medio de una serie de explosiones de supernovas en cadena. A principios de abril de 2016, supimos que todo parece apuntar a que su origen está en nuestra galaxia y no en algún lugar remoto.

Al menos ésa fue la conclusión a la que llegaron los investigadores que, con la ayuda del telescopio Hubble, analizaron la luz absorbida por la nube. Gracias a esa técnica, pudieron calcular la abundancia de diferentes elementos en la nube de Smith, y descubrieron que la cantidad de azufre presente es muy similar a la cantidad que hay en la parte más externa del disco de la galaxia, descartando que proceda de otro lugar.

Si están en lo cierto, la nube fue expulsada de la Vía Láctea por medio de algún mecanismo (quizá esa cadena de explosiones de supernovas que habían sugerido) y ahora se está fragmentando y evaporando a medida que atraviesa esa corona difusa de gas que rodea a nuestra galaxia. Es decir, se está desmenuzando a medida que se acerca, pero seguirá teniendo un tamaño considerable en el momento de impacto en el futuro.

Sin embargo, no hay nada que temer, en realidad llamarlo una colisión es, como en el caso de los choques entre galaxias, un tanto exagerado. Dentro de unos 30 millones de años, lo que sucederá será, simplemente, que el gas que compone la nube se comprimirá al entrar en la Vía Láctea de nuevo, y toda esa masa de material dará lugar al nacimiento de nuevas estrellas. En concreto, se calcula que podría formar unos dos millones de nuevos astros…

Referencias: IFLScience