La estrella TRAPPIST-1 (y su sistema) siguen de actualidad a medida que aparecen nuevos estudios. Hace sólo unos días os contaba que quizá no haya tantos planetas habitables como creíamos. Ahora, todo parece indicar que no deberíamos hacernos ilusiones con encontrar señales de vida en el sistema…

La estrella TRAPPIST-1 puede ser una anfitriona terrible

Concepto artístico de TRAPPIST-1 y tres de sus planetas.
Crédito: ESO/M. Kornmesser/N. Risinger (skysurvey.org)

La estrella TRAPPIST-1 es una enana roja. Como ya sabrás, está acompañada por 7 planetas rocosos, de los que 3 están en su zona habitable. En un principio todo esto parecía muy prometedor, pero la realidad podría ser bastante negativa. Los datos (obtenidos por el telescopio Kepler) indican que TRAPPIST-1 podría ser demasiado activa como para permitir que la vida llegue a aparecer en la superficie de sus planetas.

No es la primera vez que hablo de las enanas rojas. Son estrellas mucho más tenues que el Sol, pero también mucho más longevas. Su vida media está en el rango de los billones de años, en lugar de los miles de millones de años. Eso quiere decir que los mundos habitables a su alrededor podrían ofrecer una oportunidad magnífica para el desarrollo de formas de vida. Sin embargo, no todas las enanas rojas son iguales. Algunas pueden tener un magnetismo y una actividad estelar bastante inestable.

Por desgracia, parece que la estrella TRAPPIST-1 encaja en este último grupo. Por los datos obtenidos, todo parece indicar que esta enana roja emite llamaradas estelares muy frecuentes y muy potentes. En el estudio se han identificado 42 llamaradas intensas en 80 días de observación. El tiempo medio entre llamaradas fue de solo 28 horas. El mecanismo que las provoca es el mismo que tiene lugar en el Sol.

Un problema de distancia

Este concepto artístico muestra un paisaje imaginario desde la superficie de uno de los planetas alrededor de la estrella TRAPPIST-1.
Crédito:
ESO/M. Kornmesser

Nuestra estrella también emite llamaradas solares de cuando en cuando. Pero en el sistema TRAPPIST-1 la situación es muy diferente. Los planetas están mucho más cerca que la Tierra del Sol. La llamarada más potente que se ha encontrado en los datos de Kepler se corresponden con un fenómeno que quizá te resulte familiar. He hablado de él en alguna que otra ocasión: el Evento Carrington, que tuvo lugar en 1859.

Se trató de una tormenta solar muy potente. Una eyección de masa coronal golpeó la magnetosfera de la Tierra, provocando que se registrasen auroras tan al sur como el Caribe o la Península Ibérica. Lugares en los que este fenómeno siempre había sido un completo desconocido. Por suerte, nuestra sociedad en aquella época no dependía demasiado de la tecnología. El Evento Carrington afectó a los sistemas de telégrafo de todo el mundo, y algunos operadores de la red recibieron descargas eléctricas.

En el caso de la Tierra, el Evento Carrington no dejó ninguna consecuencia irreversible. La vida siguió adelante sin mayores consecuencias. Sin embargo, la situación en los mundos de TRAPPIST-1 sería completamente diferente. Por un lado, los planetas están mucho más cerca (todos se encuentran dentro de lo que sería la órbita de Mercurio). Todo parece indicar que llamaradas similares a la del Evento Carrington son muy comunes.

Supertormentas devastadoras

Llamarada solar del 31 de agosto de 2012.
Crédito: NASA Goddard Space Flight Center

Así que nos encontramos en un escenario diferente. Los planetas están muy cerca de una estrella muy violenta. Además, hay indicios que hacen pensar que las tormentas de la estrella TRAPPIST-1 podrían ser cientos o miles de veces más intensas que las que suelen golpear la Tierra. Así que es poco probable que las atmósferas de los planetas (si es que las tienen) tengan ningún tipo de estabilidad. Y si no son estables, es muy difícil que la vida llegue a desarrollarse…

Un estudio de 2016 indica que estas llamaradas estelares podrían provocar perturbaciones en la composición química de los planetas que las sufran. En él, se sugiere que planetas como los del sistema TRAPPIST-1 necesitarían una magnetosfera de miles o cientos de Gauss. Por ponerlo en perspectiva, el campo magnético de la Tierra es de tan sólo 0,5 Gauss. El de Júpiter es de entre 10 y 12 Gauss. Así que cabe preguntarse cómo podrían generar una magnetosfera tan potente los planetas de TRAPPIST-1…

Así que las cosas no pintan demasiado bien. Las tormentas solares que golpean los planetas de TRAPPIST-1 parecen demasiado potentes. La única protección posible sería un campo magnético tan intenso que es imposible imaginar que los planetas puedan poseerlo. Por eso, no deberíamos sorprendernos si en un futuro próximo descubrimos que, por desgracia, TRAPPIST-1 no es más que un sistema vacío de vida. Es posible que haya planetas en el sistema que tengan una atmósfera, pero viéndose sometidas a una actividad tan intensa, se verían alteradas de manera irreversible.

El estudio es Vida et al., «Frequent flaring on TRAPPIST-1 – unsuited for habitability?», enviado a la revista Astrophysical Journal para su revisión. Puede ser consultado en arXiv.

Referencias: Universe Today, Phys.org