Aunque puede parecer que a estas alturas conocemos perfectamente el Sistema Solar, y especialmente sus planetas, hay muchas incógnitas por resolver. Entre ellas, está la órbita del planeta enano Sedna, que es muy diferente a la mayoría de objetos que orbitan alrededor del Sol, y que por ahora no hemos conseguido explicar con satisfacción. Puede que la respuesta esté en un planeta mucho más lejano que el resto…

¿Por qué se habla de un posible planeta?

Recreación artística de Sedna, uno de los objetos celestes más distantes que conocemos en el Sistema Solar. Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech)

Recreación artística de Sedna, uno de los objetos celestes más distantes que conocemos en el Sistema Solar.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech)

Para entender por donde van los tiros hace falta hablar de uno de los planetas enanos más distantes que conocemos en el Sistema Solar. Sedna es un pequeño planeta enano (de apenas unos 1.000 kilómetros de diámetro) que tarda 11.000 años en completar su órbita alrededor del Sol. Plutón, en comparación, sólo tarda unos 220 años. Tiene una órbita tan elíptica que su afelio (el punto más lejano respecto al Sol) se encuentra a 936 UA, mientras que el perihelio (el punto más cercano) está a solo 77 UA.

Es decir, tiene una excentricidad muy elevada y no se parece en nada al resto de planetas (y planetas enanos) que conocemos en el Sistema Solar, aunque no es el único. En 2014 también se descubrió otro planeta enano, llamado 2012VP113, al que conocemos coloquialmente como Biden, que tiene una órbita muy similar, y sabemos de, al menos, otros cuatro objetos del Cinturón de Kuiper que comparten órbitas muy largas, y muy elípticas, que tienen poco que ver con el resto de objetos que giran alrededor del Sol.

Más allá de Plutón está el Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort. Si intentamos simular las órbitas de estos mundos veremos que la gravedad que generan los objetos en estas dos regiones no es suficiente como para que Sedna, Biden y compañía, describan una órbita tan elongada, así que siempre se ha hablado de que podría haber un objeto celeste, mucho más masivo y mucho más distante, que sería el responsable de alterar la órbita de los objetos interiores y de provocar ese comportamiento que vemos.

¿Qué es lo que sabemos?

En esta imagen se muestra la órbita de seis objetos distantes del Sistema Solar (incluido Sedna), y la posible órbita que recorrería el noveno planeta. Crédito: California Institute of Technology

En esta imagen se muestra la órbita de seis objetos distantes del Sistema Solar (incluido Sedna), y la posible órbita que recorrería el noveno planeta.
Crédito: California Institute of Technology

Con este razonamiento en mente, un equipo de astrónomos del Instituto de Tecnología de California ha estado estudiando las órbitas de estos planetas enanos. Ahora, han anunciado que de ellas se puede deducir la presencia de un noveno planeta que sería el responsable de moldear sus órbitas alrededor del Sol. Inicialmente, simularon el exterior del Sistema Solar para intentar calcular la probabilidad de que, por sí solos, Sedna y el resto de planetas enanos terminasen describiendo estos movimientos. Descubrieron que sólo había un 0,007% de posibilidades de que hubieran terminado en sus órbitas actuales por sí mismos.

Sin embargo, al añadir un noveno planeta, mucho más distante, el equipo vio que las órbitas eran mucho más sencillas de explicar, y que además también permitía entender por qué algunos objetos del Cinturón de Kuiper no están en órbita en el mismo plano que el Sol (en su lugar, sus órbitas están en todo tipo de planos perpendiculares a la eclíptica). Dicho de otro modo, cuando se forma un sistema estelar, la mayor parte de objetos que lo componen tienden a girar alrededor de la estrella en un plano común. A ese plano lo llamamos el plano de la eclíptica.

Si lo vieses desde lejos, verías que todos los planetas se encuentran en el mismo nivel que su estrella (hay ligeras inclinaciones, pero son muy pequeñas en comparación a la de los objetos de los que estamos hablando aquí). En el Cinturón de Kuiper, sin embargo, hay objetos en órbitas perpendiculares.

¿Cómo sería el noveno planeta?

Concepto artístico del posible noveno planeta. Sería gaseoso, como Urano y Neptuno, pero más pequeño que ambos. Crédito: California Institute of Technology

Concepto artístico del posible noveno planeta. Sería gaseoso, como Urano y Neptuno, pero más pequeño que ambos.
Crédito: California Institute of Technology

Si tuviésemos un noveno planeta, el equipo del Instituto de California ha comentado que debería tener unas 10 veces la masa de la Tierra, sería tres veces más grande, y su órbita sería elíptica, tardando unos 20.000 años en dar una vuelta al Sol. Su perihelio estaría a una distancia de entre 200 y 300 UA, mientras que su afelio se encontraría bastante más lejos, en algún punto de una distancia de entre 600 y 1.200 UA. Por supuesto, estando tan lejos, sería un mundo muy frío, que recibiría muy poca luz del Sol. Sería tan tenue que, en comparación, Plutón sería 10.000 veces más brillante. A tanta distancia, incluso un planeta tan grande no emite el suficiente calor como para ser fácil de detectar.

Si realmente existe, también nos permitirá completar un puzzle intrigante. Con su presencia, tendríamos un tipo de planeta que es muy común a lo largo de toda la Vía Láctea, y que sin embargo, extrañamente, no existe en el Sistema Solar. Estaría justo en la franja de lo que denominamos supertierra, o mini-neptuno, dependiendo de su composición, y que es muy común en la búsqueda de exoplanetas que sean potencialmente habitables.

Pero, ¿cómo pudo terminar en una órbita tan lejana? En teoría, el planeta debió formarse mucho más cerca del Sol y, según el equipo de astrónomos, es posible que se viese arrastrado a su posición cuando nuestra estrella era todavía parte del cúmulo estelar en el que se formó. La gravedad del resto de estrellas ayudaron a evitar que el planeta escapase y permaneciese dentro de la zona de influencia del Sol, aunque muy alejado de ella.

¿Y ahora qué?

Esta imagen muestra las órbitas de los mismos planetas enanos (y el posible planeta) en relación a los objetos que sí están en el mismo plano de la eclíptica, que aparecen en azul. Crédito: California Institute of Techonology

Esta imagen muestra las órbitas de los mismos planetas enanos (y el posible planeta) en relación a los objetos que sí están en el mismo plano de la eclíptica, que aparecen en azul.
Crédito: California Institute of Techonology

De momento no podemos lanzarnos a afirmar que hay un noveno planeta en el sistema Solar. Los astrónomos ya han anunciado que utilizarán el telescopio Subaru (en Hawaii) para comenzar a buscarlo, dentro de la órbita predicha, el próximo mes. Encontrarlo (si es que existe) no va a ser una tarea fácil. Va a ser necesario el equipamiento más avanzado del que disponemos, y seguramente llevará una buena temporada dar con él. A fin de cuentas, van a buscar un mundo muy tenue entre un mar de estrellas, y sin una idea exacta de donde comenzar a buscar. Es como buscar una aguja en un pajar.

No es la primera vez que se habla de la presencia de un planeta gigante y distante, pero hasta ahora todas las afirmaciones han resultado ser falsas. De hecho, algunos incluso han aprovechado para plantear sus propias teorías catastrofistas (como la existencia de Nibiru, un supuesto planeta que, tarde o temprano, chocaría con la Tierra). La diferencia, en este caso, es que sí tenemos una idea bastante concreta de cuál sería la órbita del noveno planeta, y parece encajar bastante bien en lo que hemos observado en el Sistema Solar, hasta el punto de ayudarnos a explicar algunos aspectos que de momento no tienen una respuesta sencilla.

Si está ahí, o no, es algo que por ahora no sabemos, pero nos sirve para recordar que todavía nos quedan muchas cosas por descubrir, incluso en nuestro propio vecindario galáctico…