Hasta 2005, si te hubiesen preguntado cuantos planetas hay en el Sistema Solar hubieras dicho que nueve: Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. No había motivos para poner en duda esa clasificación. Y todo habría seguido así de no ser por la aparición de un planeta enano que, a priori, parecía más grande que Plutón: Eris. Su descubrimiento fue tan importante que provocó que se reconsiderase la definición de planeta y se crease la definición de planeta enano.

Descubrimiento

Recreación artística de Eris, y de cómo se vería el Sol desde sus inmediaciones. Crédito: NASA

Recreación artística de Eris, y de cómo se vería el Sol desde sus inmediaciones.
Crédito: NASA

Descubierto en 2005 (hace ya una década, que se dice pronto), inicialmente se pensó que Eris era mucho más grande que Plutón. Es más, se envió la solicitud para incluirlo como el décimo planeta del Sistema Solar porque reunía todos los requisitos que se tenían en aquella época. La historia, como probablemente sepas, tomó un camino diametralmente opuesto. Eris no sólo no se convirtió en el décimo planeta del Sistema Solar, si no que además, en 2006, se llevó consigo a Plutón. Es una decisión que todavía hoy en día sigue siendo controvertida (y de la que hablaré en un artículo próximo porque da para muchas líneas, mucho más allá de lo que pretende cubrir este artículo).

El nombre de este planeta enano procede de la mitología griega, en la que Eris era la diosa de la discordia. Echando la vista atrás, parece que el nombre no podría ser más apropiado… En cualquier caso, este planeta enano fue observado por primera vez en 2003, en el Observatorio Palomar (California), pero su descubrimiento no fue confirmado hasta enero de 2005

Tamaño y órbita

Esta es la única imagen real que tenemos de Eris. Si te fijas, al lado, justo debajo a la izquierda, puedes ver su luna, Disnomia. Crédito: NASA, ESA, y M. Brown

Esta es la única imagen real que tenemos de Eris. Si te fijas, al lado, justo debajo a la izquierda, puedes ver su luna, Disnomia.
Crédito: NASA, ESA, y M. Brown

Es interesante ver cómo ha ido evolucionando nuestra percepción de Eris con el paso de los años. Me explico. Inicialmente, en 2005, se calculó que tenía un diámetro ligeramente superior al de Plutón (unos 2.400 km, por los 2.370 de éste último). Dos años después, se aumentó su tamaño a los 2.600 km de diámetro (con un margen de error de hasta 400 kilómetros por arriba y 200 kilómetros por debajo, es decir, podía tener un tamaño desde los 2.400 a los 3.000 kilómetros). En 2010, aprovechando su ocultamiento de una estrella distante, su tamaño se redujo a 2.326 kilómetros (ligeramente por debajo de Plutón), que es la cifra aceptada hoy en día. Es decir, algo menos de 50 kilómetros de diferencia. O dicho de otro modo, a todos los efectos, se puede considerar que ambos tienen un tamaño idéntico.

Eris es mucho más denso que Plutón (un 25% más), así que, en principio, todo parece indicar que se trata de un mundo rocoso con una capa de hielo muy fina. Al igual que casi todos los planetas enanos, se encuentra en el cinturón de Kuiper, mucho más allá de la órbita de Neptuno, y el triple de lejos que Plutón. Tarda unos 558 años en dar una vuelta alrededor del Sol (por 248 de Plutón), pero su velocidad de rotación es muy similar a la de la Tierra: 25 horas. Su órbita es muy excéntrica, hasta el punto de tener un perihelio de sólo 37.91 UA de distancia del Sol (1 UA es la distancia de la Tierra al Sol), que lo acerca bastante a la órbita de Neptuno (aunque no lo suficiente como para que su órbita pudiese verse afectada por el gigante gaseoso). Tiene un afelio de 97.65 UA, mucho más lejano que el de Plutón, que va de 29.9 a 39 UA.

Cómo es Eris

Recreación artística de Eris. Su superficie es muy brillante (refleja un 96% de la luz que recibe). Crédito: ESO/L. Calçada y Nick Risinger (skysurvey.org)

Recreación artística de Eris. Su superficie es muy brillante (refleja un 96% de la luz que recibe).
Crédito: ESO/L. Calçada y Nick Risinger (skysurvey.org)

No es posible observar la superficie (o su órbita) con ninguna de las herramientas de las que disponemos en la Tierra con un nivel de resolución suficiente como para poder detalle alguno. Lo que sí hemos podido ver es que parece casi blanco, a diferencia de Plutón (que presenta un tono más bien rojizo).

Aunque hemos podido analizar cómo podría ser la superficie de Eris por medio de los infrarrojos, no estamos muy seguros de que tenga atmósfera. Sabemos que la superficie del planeta es increíblemente brillante (refleja un 96% de la luz que recibe) y es uno de los objetos más reflectantes del Sistema Solar junto a Encélado. Probablemente, se compone de hielo rico en nitrógeno con una capa de metano helado en una capa de 1 milímetro de grosor. Esta capa de hielo podría ser el resultado de la condensación de la atmósfera del planeta.

Dicho de otro modo, cuando Eris se aleja de su perihelio, su atmósfera se condensa y cae sobre la superficie como una capa de escarcha. Cuando se acerca de nuevo a su perihelio, el metano se sublima, Eris recupera su atmósfera, y el brillo del planeta disminuye temporalmente. Por ahora nos tendremos que quedar con las ganas de observarlo, ya que el planeta enano se encuentra camino de su afelio.

La temperatura de Eris es extremadamente baja, como seguramente hayas supuesto por la distancia que le separa del Sol. La cara iluminada no pasa de los -238ºC, mientras las temperaturas en el lado nocturno son aun más bajas. A pesar de todo, y al igual que en otros objetos del Sistema Solar, es posible que en su interior exista un océano de agua líquida (que estaría en el punto entre el manto y el núcleo).

Disnomia, la luna de Eris

Esta es una recreación artística de Eris y Disnomia (no sabemos cómo son los detalles de la superficie). Crédito: NASA, ESA, y A. Schaller (for STScI)

Esta es una recreación artística de Eris y Disnomia (no sabemos cómo son los detalles de la superficie).
Crédito: NASA, ESA, y A. Schaller (for STScI)

Eris no está solo en su larga travesía por el Sistema Solar. Le acompaña un pequeño satélite llamado Disnomia (que, de nuevo en la mitología griega, era la hija de Eris). Fue observado por primera vez poco después del descubrimiento del planeta enano. Por desgracia, no tenemos mucha información sobre esta luna. Por saber, ni siquiera sabemos cuál puede ser su tamaño aproximado. El cálculo más pesimista le da un tamaño de 50 a 125 km de diámetro, mientras que el más optimista le da un tamaño de 317 a 367 kilómetros.

Lo que sí parecemos tener más claro es que orbita alrededor de Eris en unos 15 días, y que se encuentra a unos 37.300 kilómetros de distancia (10 veces más cerca de lo que está la Luna de la Tierra).

Es relativamente fácil de observar

Como tiene un brillo tan elevado, este planeta enano es bastante fácil de observar a pesar de la enorme distancia a la que se encuentra de nuestro planeta. Para poder observarlo basta un telescopio pequeño y una zona en la que la contaminación lumínica sea mínima. Con un poco de paciencia, podrías ver uno de los objetos celestes conocidos más alejados del Sistema Solar. Aunque no es el más lejano. Ese título le corresponde a otro planeta enano que está en una órbita mucho más excéntrica: Sedna, que tarda 11.000 años en dar una vuelta alrededor del Sol.

Referencias: Space, Universe Today, Wikipedia