Ayer, en México, Elon Musk reveló su ambicioso plan para Marte. Ya sabíamos que SpaceX, la empresa que creó en 2002, tenía como objetivo definitivo llevar humanos al planeta rojo en un futuro relativamente cercano. Ahora, sabemos que su plan es mucho más ambicioso de lo que la mayoría de nosotros podría haber pensado…

Una nave gigantesca

Concepto artístico del observatorio del Sistema de Transporte Interplanetario de Spacex. Crédito: Elon Musk/Spacex

Concepto artístico del observatorio del Sistema de Transporte Interplanetario de Spacex.
Crédito: Elon Musk/Spacex

No voy a hablar demasiado del aspecto técnico del diseño del cohete que presentó ayer Elon Musk. No porque no quiera, si no porque Daniel Marín ha publicado una entrada excepcional en su blog hablando al respecto. Lo más importante es saber que es una nave que tendrá una capacidad de transportar a cien personas por vuelo, y que el objetivo de Musk es establecer una colonia, autosuficiente, de un millón de personas (sí, un millón) en un plazo de entre 50 y 100 años.

En la actualidad, enviar una sola persona a Marte tiene un coste aproximado de 10.000 millones de dólares. Con ese coste, es impensable imaginar cualquier tipo de actividad que pudiera establecerse allí, por mucho que se pueda tratar de misiones en una única dirección. Musk tiene como objetivo reducir ese coste tanto como sea posible, su expectativa es que el precio por billete sea de unos 200.00 dólares.

Para conseguirlo, SpaceX diseñará la nave más grande y potente construida hasta la fecha, el sistema de transporte interplanetario. Será una nave reutilizable, que repostará en la órbita de la Tierra (para lo que serán necesarios varios viajes) y después partirá a Marte en un viaje que tendría una duración aproximada de 150 días. Una vez en su destino, la nave aterrizaría en la superficie del planeta y, allí, obtendría el combustible necesario para poder realizar el viaje de vuelta a la Tierra.

Cómo conseguirlo

Imagen de uno de los gigantescos tanques de combustible que usará el Sistema de Transporte Interplanetario, en las instalaciones de SpaceX. Crédito: Elon Musk/SpaceX

Imagen de uno de los gigantescos tanques de combustible que usará el Sistema de Transporte Interplanetario, en las instalaciones de SpaceX.
Crédito: Elon Musk/SpaceX

Hasta aquí, todo es bastante sencillo de comprender, y parece razonablemente realista (de momento no hemos hecho misiones de repostaje en órbita, pero desde luego poner naves en órbita alrededor de la Tierra se nos da a las mil maravillas. El sistema propuesto por Musk podría reducir el coste, pero está por ver que realmente pueda ser tanto como ha indicado. El objetivo último es que cualquier persona que lo desee, pueda ahorrar ese dinero y viajar a Marte.

Hay cuatro aspectos clave para lograr bajar desde la mareante cifra de diez mil millones de dólares. Por un lado, las diferentes partes de la nave serán reutilizables. La primera fase, que consistirá del módulo de propulsión (alimentado por 42 (!) motores) volverá a la Tierra después de poner la nave en órbita de nuestro planeta, y podrá ser utilizada más de mil veces con un coste de mantenimiento bajo.

Por otro lado, el repostaje en órbita también contribuye a abaratar el coste del lanzamiento. A fin de cuentas, cuanto menos peso haya que lanzar desde nuestro planeta, menos combustible es necesario. Repostar en órbita es más barato, aunque presenta sus propios desafíos. Después de completar esos 3-5 viajes necesarios para rellenar el tanque de la nave, comenzaría el viaje a Marte que, en condiciones ideales, según Musk, podría llegar a durar sólo 80 días. En un futuro más lejano, quizá sólo 30.

A estos dos aspectos les hay que sumar otros dos. Como toda la nave tiene que ser reutilizable, es imprescindible que la segunda parte del cohete, el módulo en el que viajarán las cien personas, tenga la capacidad de volver a la Tierra para poder ser utilizada en más lanzamientos. Para ello, tendrá la capacidad de fabricar el combustible necesario a partir de los materiales obtenidos en la propia superficie del planeta rojo y, por último, el combustible propuesto (compuesto por metano y oxígeno), que puede obtenerse con relativa facilidad en Marte.

De dónde saldrá la financiación

Concepto artístico del STI posándose en la superficie de Encélado. Crédito: Elon Musk/SpaceX

Concepto artístico del STI posándose en la superficie de Encélado.
Crédito: Elon Musk/SpaceX

El principal escollo, como puede que ya estés sospechando a esta altura de la película, es que toda esta aventura que nos lleve de que un viaje a Marte tenga un coste de 10.000 millones de dólares a sólo 200.000 es algo que tiene que pagarse de algún modo. Una parte importante de la financiación necesaria va a ser aportada por el propio Elon Musk, que confesó ayer que se ha dedicado a amasar su fortuna siempre con ese objetivo en mente.

Sin embargo, sabe que será necesario recibir otras fuentes de capital, ya sean públicas o privadas (o, idealmente, públicas y privadas) que tengan interés en participar en una misión que a muchas personas les puede parecer utópica. Es muy loable pensar en establecer una colonia en Marte, y a decir verdad, no es descartable que la NASA (por ejemplo) pueda tener cierto interés en aprovechar las misiones de SpaceX para enviar su material a Marte, pero de ahí a invertir una gran cantidad de dinero para establecer una colonia, va un trecho (y eso sin entrar en la propia naturaleza pública de la agencia espacial americana, que implica que todo depende, en última instancia, de la voluntad del presidente de turno).

Elucubrando un poco, admito que puedo imaginar motivos por los que Bigelow Aerospace podría llegar a interesarse por el proyecto. A fin de cuentas, sus módulos hinchables podrían resultar extremadamente útiles en las primeras fases de instalación de una colonia permanente en Marte. Otra cuestión, sin embargo, es que la empresa esté dispuesta a desarrollarse al ritmo necesario para alcanzar a SpaceX o que, simplemente, tengan ese capital y estén dispuestos a invertirlo, a sabiendas de que, en realidad, su objetivo más cercano es establecer pequeñas estaciones espaciales alrededor de nuestro planeta (y eso sin entrar en que es una tecnología que está todavía en una fase muy temprana).

Por qué hacerlo

Concepto artístico del STI llegando a Júpiter. Crédito: Elon Musk/SpaceX

Concepto artístico del STI llegando a Júpiter.
Crédito: Elon Musk/SpaceX

Todo esto, en el fondo, nos lleva a una pregunta que aunque tiene respuesta, puede dejar fríos a muchos inversores. ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué establecer una colonia en Marte? Desde el punto de vista científico, Elon Musk tiene toda la razón del mundo. Necesitamos convertirnos en una especie multiplanetaria si queremos sobrevivir. La pregunta no es si un asteroide puede chocar contra la Tierra. Es una certeza. Sucederá en algún momento. Lo único que necesitamos es que la escala de tiempo en que lo calculemos sea lo adecuadamente grande.

Una colisión de un asteroide con la Tierra, con capacidad de exterminar a la civilización, en los próximos cien años es muy improbable. Sin embargo, como decía aquella célebre frase (cuyo autor no logro recordar en estos momentos) «algo que parece improbable en cien años, puede ser inevitable en cien mil». Que hay un asteroide ahí fuera que lleva marcado el nombre de la Tierra es una cuestión fuera de toda duda. La auténtica pregunta es, ¿cuándo chocará con nuestro planeta? ¿Será dentro de quinientos años? ¿Dentro de cincuenta mil?

El problema es que ese razonamiento no sirve de mucho cuando estás intentando convencer a posibles accionistas o inversores, mucho más preocupados por el corto plazo que lo que pueda suceder en un futuro lejano del que, en cualquier caso, tendrán que ocuparse nuestros descendientes. Sea como fuere, establecer una ciudad de un millón de personas en Marte es un objetivo perfectamente lógico desde el punto de vista de la supervivencia de la humanidad.

Es cierto que una presencia en Marte también abriría nuevas oportunidades de negocio que, ahora mismo, simplemente no podemos imaginar. Del mismo modo que si tuviésemos una ciudad en la Luna. De repente, habría un amplío rango de servicios y necesidades que cubrir. Sin ir más lejos, ¿una red de comunicaciones que permita a los habitantes de Marte estar en contacto con sus familiares en la Tierra? Tendrá que aparecer un proveedor de servicios que lo ofrezca. Pero hasta que no estemos allí, ese servicio no será necesario. Es una pescadilla que se muerde la cola…

Los otros desafíos

Concepto artístico del STI sobrevolando los anillos de Saturno. Crédito: Elon Musk/SpaceX

Concepto artístico del STI sobrevolando los anillos de Saturno.
Crédito: Elon Musk/SpaceX

No tengo dudas de que Elon Musk, y SpaceX, puedan llevar a cabo su ambicioso plan. De hecho, a partir de 2018, con cada ventana de acercamiento a Marte (el momento en el que la Tierra y Marte están más cerca en sus órbitas, algo que sucede cada 26 meses) planean enviar una misión a Marte, comenzando con cápsulas no tripuladas. Los motores Raptor, que propulsarán a esa gigantesca nave, ya están siendo probados. En el fondo, el transporte propuesto es una evolución de lo que ya están haciendo. Así que esa parte, aun siendo muy ambiciosa, no se me antoja ni mucho menos irrealizable (dejando a un lado el aspecto de la financiación, claro está).

Hay otras cuestiones por resolver. Por un lado, la nave parece que no tendrá ningún tipo de protección contra la radiación cósmica, a la que la tripulación se verá expuesta durante la mayor parte del viaje. Al parecer, Musk cree que no representan un gran riesgo. Del mismo modo, también ha comentado que su intención es que la nave pueda disponer de zonas de recreo (para realizar actividades en microgravedad, o zonas como restaurantes).

Pero… ¿y cuándo lleguemos a Marte? De momento, no se ha hablado nada sobre cómo será el asentamiento en el que vivirán los futuros colonos humanos. Es uno de los grandes obstáculos para poder colonizar Marte. A fin de cuentas, no nos sirve de nada un sistema capaz de crear un asentamiento de un millón de personas si no tenemos una forma de que vivan en un entorno autosuficiente.

Una base en Marte

Concepto artístico del STI posándose en la superficie de Europa. Crédito: Elon Musk/SpaceX

Concepto artístico del STI posándose en la superficie de Europa.
Crédito: Elon Musk/SpaceX

Marte no es un planeta en el que el ser humano pueda vivir sin la protección adecuada. He hablado en alguna ocasión de los desafíos de habitarlo, la diferencia de temperaturas diurna y nocturna es algo que se podría evitar en un hábitat que sea capaz de regular la temperatura interior y mantener un índice de humedad agradable. La generación de energía, sin embargo, puede resultar bastante más problemática porque nos tendríamos que enfrentar a las tormentas de arena que, de cuando en cuando, azotan al planeta y oscurecen su atmósfera casi por completo. Estamos hablando de semanas sin energía, en un lugar en el que todo, incluso nuestra propia vida, dependería de ella (y de los sistemas de soporte vital).

Eso, claro, sin pensar en cómo obtendríamos los suministros. El cultivo de hortalizas podría ser una opción a tener en cuenta, porque conseguir agua en Marte debería ser relativamente sencillo. No son tareas imposibles, ni mucho menos, con la tecnología de la que disponemos en la actualidad, pero nos encontramos con el mismo problema que ya he planteado anteriormente: el dinero para todas esas investigaciones y prototipos tiene que salir de alguna parte.

En el vídeo resumen del evento, se puede ver cómo, con el paso del tiempo, Marte es terraformado para parecerse a la Tierra. Desde el punto de vista científico, el proceso es completamente posible y realizable. Sin embargo, es algo que llevaría una cantidad de tiempo considerable y, para lo que, de nuevo, haría falta una cantidad de financiación descomunal. En las variantes más modestas (por decirlo así), nos encontramos con otras opciones que sí pueden ser más atractivas en el corto o medio plazo.

En lugar de terraformar todo el planeta, podemos optar por construir una gigantesca cúpula de un diámetro de, por ejemplo, 10 kilómetros, y hacer que el interior sea el lugar en el que construyamos nuestra ciudad. El proceso tiene cierta similitud con la construcción de una base lunar y con el funcionamiento de una colonia orbital, aunque con la ventaja de que algunas de las dificultades de esta última (ausencia de gravedad, falta de protección contra la radiación cósmica) quedan mitigadas.

Una herramienta para llegar a otros lugares del Sistema Solar

Imagen de Marte terraformado del vídeo de SpaceX. Crédito: SpaceX

Imagen de Marte terraformado del vídeo de SpaceX.
Crédito: SpaceX

Por otro lado, Musk desveló ayer que, al menos en teoría, el STI podría ser capaz de llevar seres humanos hasta los confines del Sistema Solar, siempre y cuando haya estaciones de repostaje en la ruta que vayamos a recorrer. Por ejemplo, con una en el cinturón de asteroides, sería más que posible desplazarse desde Marte a Júpiter y, por qué no, a lugares aun más lejanos, incluyendo la Nube de Oort, una de las regiones más distantes del Sol.

En definitiva, ya sabíamos que Elon Musk es una de esas personas que está a medio camino entre el soñador y el loco. Tiene los medios para llevar a cabo casi cualquier locura que se le pase por la cabeza, y no tengo ninguna duda de que la parte técnica, la construcción de cohetes que nos lleven hasta allí, es algo que puede conseguir. Otra cosa es los plazos (Musk cree que podrían comenzar a mediados de la década de 2020) que parecen bastante apretados.

Personalmente, creo que es encomiable lo que está intentando (y lo que ya ha conseguido). Musk quiere convertir a nuestra especie en interplanetaria. Quiere ayudar a garantizar que sobrevivimos más allá del destino que nos tenga reservado nuestro planeta, y está poniendo los cimientos para que llegue esa realidad, intentando además, que seamos conscientes de que, con ayuda de todos, podríamos conseguirlo incluso a lo largo de nuestras vidas, no en algún siglo venidero cuya existencia apenas podemos comenzar a imaginar…

Si no lo has visto, no te puedes perder el vídeo de SpaceX sobre la presentación de ayer:

Referencias: Space.com, Universe Today